Resumen de la Parashá Nitzavim: :Moshé reúne a todos los israelitas para comprometerlos en un pacto con D’s.
Se formula una seria advertencia a todo aquel que peque pensando que sus malos actos no tendrán consecuencias. Si el pueblo en su totalidad se apartaba de D’s, como consecuencia final vería su tierra devastada. Pero el Todopoderoso, en su misericordia, los reuniría de la dispersión y propiciaría su regreso a la Tierra Prometida. Si aceptaban y observaban plenamente los mandamientos divinos, disfrutarían de las bendiciones de prosperidad y felicidad.
En suma, el pueblo debía comprender que la elección entre la vida y la muerte -entre el bien y el mal- era suya, y sólo suya.
Resumen de la Parashá Vaielej: Moshé, ya con 120 años de edad, declara que Iehoshúa hijo de Nun será su sucesor, asumiendo el mando y conduciendo a Israel a la Tierra Prometida. En presencia de todo el pueblo, Moshé exhorta a Iehoshúa a ser fuerte y valiente, y a depositar toda su confianza en D’s.
Luego, Moshé pone por escrito la Ley y la entrega a los cohanim y a los ancianos. Cuando hubiera un rey que gobernara a Israel, debería leerla pública-mente, en Sucot del año siguiente al de la shemitá, a los israelitas reunidos en el Santuario.
El libro de la Ley escrito por Moshé de-bía ser colocado por los leviim al lado del Arón Hadkodesh, para atestiguar contra Israel si alguna vez se desviaba de sus enseñanzas.
Luego, Hashem ordena a Moshé que reúna al pueblo para enseñarle los pasajes de la parashat Haazinu, la cual versa sobre las consecuencias de la desobediencia.
Comentario: “Las cosas secretas pertenecen a Adonai Elokeinu, más las cosas reveladas nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre, a fin de que guardemos todas las palabras de esta Torá” (Devarim 29:29).
Las bendiciones y las maldiciones del pacto ya fueron enunciadas. Todos están presentes (“Nitzavim”) para firmar el compromiso de acuerdo con el pacto. Pero Moshé no deja de querer volver a advertir: “No sea que quede entre ustedes una raíz de amargura, ajenjo” (29:17). Constantemente le inquietaba la idea que habrían personas sin interés en hacer como D’s indicaba, sino según lo que se le placiera la gana (29:18).
¿Te pasó alguna vez que algún compañero de escuela era hijo o hija de la maestra del grado? ¿Tenía trato preferencial? Más bien parece que lo contrario es más común. El hijo de la maestra tenía una madre que sabía muy bien si hacía o no la tarea, y las disciplinas por mal comportamiento eran iguales de severas que las de los demás. O aún más estrictas.
HaShem estaba dejando un mensaje semejante a Israel. Ellos eran sus hijos (14:1). Pero la desobediencia traería el mismísimo resultado que con Sodoma y Gomorra. Azufre y sal. Quemazón y desierto (29:22).
Y por eso Moshé recalca: No se desvíen en busca de las cosas que D’s no reveló. Esas cosas ocultas déjenselas a él. No son vitales para llevar una vida religiosa plena. Guiémonos por las cosas reveladas. Son para nosotros. Para siempre. Con ellas podremos guardar “todas las palabras de esta Torá” (29:29).
Y ahora, luego de las bendiciones y las maldiciones, una sección más en el documento que están firmando: el proceso de restauración (30:1-10). Porque si se apartaban del pacto, y recibían como consecuencia las maldiciones declaradas no implicaba el final de la historia. Aún había tiempo para volver a HaShem, de todo corazón.
Son dos caminos. La vida o la muerte (30:19). Ante el cielo y la tierra, como testigos, Moshé les aclara las dos alternativas. Tal vez en el trayecto no es muy aparente el destino al que lleva caminar uno u otro camino, pero su destino es así de definido. “Uvajartá bajaím”. “Escoge, pues la vida” (30:19). Hasta parecería extraño que tenga que sugerirles o ayudarles en esta elección. Pero es que a veces las personas eligen su camino no por su destino final sino porque en los caminos de la vida es lo más fácil elegir según el aquí y el ahora. Por esto es que Moshé necesita darnos una ayudita con la elección. “¡Escoge la vida!”.
¡Shabat Shalom!!!