Resumen de la parashá: Como recompensa por el celo puesto en la defensa del honor de D's tras la caída en idola- tría del pueblo (episodio narrado en la parashá anterior), el sacerdote Pinjás recibe la promesa de que la kehuná (sacerdocio) será retenida por sus descendientes.
Los israelitas reciben la orden de hacer la guerra contra los midianitas, quienes debían ser castigados por haber promovido la idolatría mediante sus mujeres. Frente a la inminente guerra, Moshé y Elazar reciben instrucciones de realizar un nuevo censo de la población. Los varones israelitas aptos para la batalla resultan ser 607.730. La extensión de la tierra a adjudicar a cada tribu debía ser proporcional a la cantidad de sus miembros y su ubicación geográfica sería resuelta por sorteo.
Un hombre llamado Tz'lofjad, perteneciente a la tribu de Menashé, muere dejando cinco hijas. La costumbre indicaba que las mujeres no heredaban, pero las hijas de Tz'lofjad se presentan ante Moshé pidiendo recibir la herencia de su padre. Moshé somete el caso a la consideración de D's. El dictamen final fue que, si un hombre no dejaba hijos varones, sus hijas tenían derecho a la herencia. Además, si alguien moría sin dejar descendencia, su propiedad pasaría a sus hermanos sobrevivientes o, si no lo había, a su pariente más cercano.
Hashem ordena a Moshé que ascienda a la montaña de Avarim, desde donde podría ver la Tierra Prometida. Sabiendo que está próximo el fin de sus días, Moshé manifiesta preocupación por el bienestar del pueblo en el futuro. D´s le dice que Iehoshúa será su sucesor, y que debe entregarle el mando delante de todos los israelitas. Y así se hace.
La parashá concluye con una descripción detallada de los sacrificios públicos matutinos y vespertinos, además de los correspondientes a las distintas festividades.
Comentario: Quizás una de las más grandes tragedias humanas es cuando la persona que ha vivido una vida buena y recta se desvía hacia el mal en los últimos días de su vida. A causa de esto, el Talmud aconseja que "toda persona debe arrepentirse de sus pecados el día anterior a su muerte". Obviamente, puesto que nadie sabe cuándo será el día de su muerte, se recomienda reservar un momento cada día para reflexionar sobre las propias acciones.
Muchos personajes religiosos han acentuado la importancia de "morir una buena muerte". Un ejemplo lo encontramos en la parashá de esta semana.
Vemos que D's le dice a Moshé que se prepare para morir. Moshé - sorprendentemente - no le pide que le alargue la vi-da. En lugar de eso, su inmediata respuesta es pedirle a D's que le asegure que el pueblo de Israel será bendecido con un buen líder. Él oró para que la nación no quede como "un rebaño sin pastor". La dedicación de Moshé al pueblo era tan grande que él sólo estaba preocupado por el bienestar del pueblo - incluso cuando se enfrentaba a su propia muerte.
Los comentaristas señalan la manera inusual en la cual Moshé se dirige a D's. Moshé se refirió al "D's de los Espíritus", una apelación que muy raramente se usa en la tradición judía. Rashí explica que "los espíritus" a los que se refirió son las almas de los israelitas. Moshé estaba aludiendo al aspecto de D'os que es sensible a las necesidades de cada individuo. Este es el Nombre de D's que Moshé invocó cuando pidió que el nuevo líder de Israel se encargase de cada uno de los israelitas.
Tanto en la vida como en la muerte, Moshé mostró que él estaba totalmente unido con Israel. Este amor genuino por cada individuo de su pueblo se ha convertido en el sello de distinción de su liderazgo a través de los siglos. El líder tiene que poder elevarse por sobre todas las trivialidades - y convertirse en el paraguas que acompaña y protege a todos.
Algunos comentaristas señalan que, como líder, Moshé solo es superado por el Mashiaj. Ojalá tengamos la dicha de experimentarlo nosotros mismos, muy pronto en nuestros días.
¡Shabat Shalom!!!