Pero a los quince días del mes séptimo, cuando hayáis recogido el fruto de la tierra, haréis fiesta a Adonai por siete días; el primer día será de reposo, y el octavo día será también día de reposo. Y tomaréis el primer día ramas con fruto de árbol hermoso, ramas de palmeras, ramas de árboles frondosos, y sauces de los arroyos, y os alegraréis delante de Adonai vuestro D's por siete días. Y le haréis fiesta a Adonai por siete días cada año; será estatuto perpetuo por vuestras generaciones; en el mes séptimo la haréis.
En tabernáculos (sucot) habitaréis siete días; todo Israel habitará en tabernáculos, para que sepan vuestros descendientes que en tabernáculos hice yo habitar a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto. Yo Adonai vuestro D's.
Así habló Moshé a los hijos de Israel sobre las fiestas solemnes de Adonai".
(Vaikrá 23:39 - 44)
¿Qué significa estar alegre? La respuesta puede variar enormemente según la edad, el nivel intelectual, y los valores que tengamos.
Más allá de eso, ¿es posible ordenarle a alguien que esté alegre? ¿Podemos obligarnos a estar contentos, aun cuando todo nos esté saliendo mal? La mayoría de nosotros dirá que no. Y sin embargo, Hashem nos ordena estar alegres durante los siete días que dura la festividad de Sucot...
Pero, ¿qué es la alegría (simjá), según la Torá? Simjá es un bienestar interno, un estado anímico que no depende de factores externos coyunturales (como la música, los chistes, o la ingesta de bebidas alcohólicas). En suma, es producto de una reflexión intelectual. Esa reflexión está relacionada con la comprensión de que D's vela y está cercano a nosotros.
Entonces, lo contrario de la Simjá sería la incertidumbre, la ansiedad, la preocupación y la angustia por el futuro...
Al entrar en la Sucá, que representa en su sencillez lo pasajero y transitorio, lo frágil y vulnerable de la vida terrenal, aprendemos a ver las prioridades de nuestra perspectiva real. La Sucá que se cubre con aquello que se descarta cuando se cosecha - las ramas y la paja - nos enseña que no hay seguridad ni certeza alguna en este mundo. El rey Shlomó, a quien no le faltó nada, escribió su libro Kohelet (Eclesiastés) que, luego de haber considerado todas las propuestas de vida, llegó a una conclusión: "a D's teme y sus preceptos observa, pues ese es el todo del hombre".
Este pensamiento debería servirle a quien está pasando por un buen momento, para que recuerde que su prosperidad se debe a D's, y al que está pasando por dificultades, para que confíe en que D's lo está acompañando.
En Sucot, tomamos en mano las cuatro especies (Lulav, Etrog, Hadasim y Aravot) y dedicamos a D's todas nuestras posesiones que Él nos proveyó, conscientes que de Él depende todo nuestro ser. Esa es la verdadera alegría.
¡Shabat Shalom!!!