Resumen de la Parashá: Hashem se reveló a Moshé como el Señor cuyas promesas a los patriarcas se cumplirían ahora, pues Israel sería rescatado de la esclavitud y llevado a la Tierra Prometida. Pero los israelitas, con el espíritu quebrantado, rehusaron escuchar a Moshé cuando les entregó el mensaje del Señor.
Moshé y su hermano Aharón, finalmente, se presentaron ante el Faraón. Aharón arrojó su bastón al suelo, y éste se convirtió en una serpiente. Los magos egipcios pudieron re-producir esta proeza. Pero aún cuando el bastón de Aharón se tragó a los bastones de los magos, el Faraón permaneció impasible.
La primera plaga se desató entonces sobre Egipto. Después de advertir al Faraón sobre lo que iba a ocurrir, Aharón agitó su bastón sobre el Nilo, los canales y reservorios. Las aguas se convirtieron en sangre durante siete días. Pero el Faraón mantuvo su actitud obs-tinada. Por consiguiente, ignoró la amenaza de una plaga de ranas. Nuevamente Aharón extendió la mano sobre el Nilo y las ranas cubrieron la tierra. El soberano egipcio rogó a Moshé que detuviera la plaga y prometió permitir, a cambio, la salida de Israel. Tan pronto como Moshé oró al Señor, cesó la plaga. Sin embargo, el Faraón se rehusó a cumplir su promesa.
Entonces Aharón golpeó con su bastón el polvo de la tierra y éste se transformó en piojos. No obstante, el corazón del Faraón continuó endurecido.
Moshé le advirtió al Faraón que los hogares de los egipcios serían invadidos por animales salvajes, pero el soberano egipcio no le prestó atención. Sin embargo, la desolación provocada por esta plaga lo llevó a negociar con Moshé sobre una posible salida de los israelitas de Egipto. Pero en cuanto la plaga cesó, el Faraón se echó atrás.
Entonces Moshé le advirtió que la morriña (enfermedad del ganado) devastaría a Egipto. El Faraón rechazó la advertencia y la plaga azotó intensamente al ganado de los egipcios causándole la muerte.
Luego, Moshé arrojó ceniza hacia el cielo, la cual se convirtió en un polvo que causó una epidemia de forúnculos dolorosos tanto en los hombres como en las bestias. Pero el Faraón no cambió de opinión.
Se le dijo entonces que una gran tormenta de granizo destrozaría las cosechas y diezmaría el ganado que aún quedaba. Algunos egipcios atendieron la advertencia y buscaron refugio junto con el ganado. Entonces Moshé extendió su bastón hacia el cielo y una terrible tormenta de truenos, relámpagos y granizo arrasó el país. Esta vez el Faraón reconoció su error, pero cuando cesó la tormenta, su corazón se endureció nuevamente como una piedra.
Ninguna de estas plagas afectó la tierra de Gosén, que era la región de Egipto donde moraban los israelitas.
Comentario: Moshé pasó sus años formativos en el confort del entorno palaciego del Faraón. Cualquier otra persona hubiera optado por continuar apegada a esa vida de lujo y facilida-des, mas Moshé "rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de D's, que gozar de los deleites temporales del pecado". (Epístola a los Hebreos 11:24, 25)
Era necesario sin embargo que el libertador del pueblo, elegido por Hashem, comenzara su vida en el entorno real del palacio del Faraón, a fin de poder desarrollar un espíritu noble, un espíritu que no se amilanara al confrontar a una superpotencia. Moshé conoció la debilidad humana de la realeza bien de cerca. Vio cuan aterrados están los opresores de su propia posición y cuan inseguros se sienten de su propio futuro. Y por-que se crio en ese entorno, sabía que aun el más poderoso de los hombres NO es invencible. Salvo rarísimas excepciones, no es normal que una persona criada en la esclavitud más abyecta, entre el lodo y los ladrillos, de pronto lave sus manos de tanta opresión y suciedad e, inmediatamente se ponga a luchar contra los poderosos.
Moshé no vio inicialmente las cosas de esa manera. Su primera reacción fue no aceptar su misión divinamente asignada. Pensó que su pueblo no le creería (algo que, en un principio, sucedió), que su hermano Aharón era más adecuado para el liderazgo, etc., etc. Pero Hashem le respondió que, en materia de redención, "mis pensamientos no son sus pensamientos y mis caminos no son sus caminos".
Moshé sabía que así como la esclavitud comenzó cerrando los ojos y los corazones a la creciente servidumbre, la redención solo podría empezar abriendo los ojos y los corazones al sufrimiento.
Que también nosotros logremos quitar de nuestro interior a ese "faraón obcecado" que nos impide pensar y vivir nuestra fe a fondo. En verdad, solo se requiere un poco de valentía para ser sinceros con nosotros mismos y preguntarnos si nuestra vida, si nuestras acciones, responden a lo que el Señor desea de nosotros.
Quiera Hashem que en 2014 podamos estar más atentos a la voz del Señor, y así estar mejor preparados para la llegada del Mashiaj, muy pronto y en nuestros días.
¡Shabat Shalom!!!